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lunes, 1 de agosto de 2011

EL FUTURO

Debo confesar que siempre trato de verme a mí mismo en el futuro y pensar en lo que éste me depara. Cuando era más chico soñaba con seguir los pasos de mis padres, y me imaginaba lo que sería vivir en mi propia casa, manejar mi propio auto, comprar la ropa que más me guste. En definitiva, me imaginaba viviendo total y absolutamente a mi manera.
        
Hoy, a mis casi diecinueve años de edad y a su vez estando a punto de vivir varios y variados cambios que, sin lugar a dudas, cambiarán mi vida por completo, el futuro es uno de los tantos temas que no escapa a mis pensamientos y que día a día va cobrando un lugar cada vez más grande en ellos.

La gran diferencia, o mejor dicho en plural, las grandes diferencias que encuentro entre los pensamientos que elaboraba en mi infancia y los de la actualidad pueden deberse a que los primeros se gestaron en una etapa de mi vida en la cual mi experiencia vital había sido no completamente nula, pero sí con muy pocas experiencias vividas que están empezando a manifestarse en este momento y que seguirán apareciendo más adelante.  Pero hoy, mis sueños y pensamientos en esta etapa adolescente van más encaminados a alcanzar metas que son relativamente realizables, alcanzables, más “factibles”, por darle alguna denominación. De todas maneras, no puedo dejar de reconocer que, aún hoy, tengo algunos objetivos que se remontan a mi niñez y que siguen dando vueltas en mi cabeza.

Todos mis familiares insisten con que la adolescencia es una de las etapas más lindas en la vida del ser humano. Y yo no lo niego, porque me encuentro viviendo dicha etapa y creo que la misma enseña, marca, deja puesta una o varias huellas que van a permanecer con uno de por vida. Lo que sí tengo en claro es que esta parte de la vida tiene la particularidad de encontrarse repleta de cambios para experimentar, decisiones para tomar, problemas para resolver, proyectos por pensar y alcanzar, una gran diversidad de caminos por elegir y transitar, entre otras muchas propuestas que esta vida tiene para nosotros.

Puedo decir que la adolescencia es, además de todo lo ya planteado, una etapa llena de ideales que van surgiendo. Ideales que pueden ser fijos o pueden irse modificando, o incluso pueden ser reemplazados por otros, a medida que va pasando el tiempo. Los ideales pueden persistir o pueden cambiar. E insisto con el importante valor que debe adjudicarse a la palabra “cambio” en esta etapa. Me ha tocado vivir muchos de ellos, y uno puede pensar que son malos y que quieren perjudicar. Pero a la larga, y personalmente hablando, todos ellos pueden hacer bien. Por algo suceden las cosas. Lo que ocurre es que uno no tiene el control de su vida en sus propias manos para controlarla y programar lo que quiere que ocurra en ella día a día.

 Y esto es lo que considero que significa “vivir la vida”, o dicho aún mejor, dejarse sorprender por ella y vivir lo que Dios (o como más te guste llamarlo) quiere para nosotros.
           
Imagínense por un momento lo que ocurriría si uno nace sabiendo de antemano todo lo que le depara la vida, con la fecha de su propia muerte incluida. Si el panorama estuviese planteado de esta manera, creo que no sería completamente feliz. No me haría bien contar los días de mi vida, saber que tengo un plazo definido en este mundo. ¡Y eso que me considero una persona muy organizada en varios aspectos! Pero a lo largo de todo este tiempo fui aprendiendo que, por más organización y planificación que uno le quiera dar a su vida (lo cual no considero que sea algo malo, salvo en el caso de sobrepasar los límites razonables), ésta siempre tiene para nosotros un haz bajo la manga: siempre debemos estar atentos y dispuestos a que nos sorprenda, nos deslumbre, nos deje sin palabras. Y no creo que haya, ni hoy ni en un futuro, ningún tipo de ley que pueda regular el manejo de la propia vida.

Por todo esto es que hoy, como adolescente que soy, creo que una de las tantas invitaciones que tenemos todos en esta vida es la de dejarnos vivir por ella. Dejarnos que ella nos conduzca, que ella nos diga qué camino seguir. Lo importante es estar siempre alertas y atentos para escucharla y no dejar que se nos pase de largo. Frente a esta situación de incapacidad para saber con certeza lo que va a venir, hay una sola cosa que puedo decirle al futuro que golpea mi puerta. Y es un gran “¡Allá voy!”
  

4 comentarios:

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  3. P.D. En futuro cuando seas famoso, acordare quien fue tu primer seguidor. O

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  4. Gracias Tato!! Lo voy a tener en cuenta, cuando escriba en los diarios te dedico las notas si querés!! jajajaja, te mando un abrazo y gracias por comentar!!

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