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viernes, 12 de agosto de 2011

YO SOY UN VICIO MÁS...

Ante todo, voy a comenzar esta entrada del blog diciéndoles que, por razones de tiempo que debo dedicarle al colegio, en estos días debo reducir el número de entradas semanales en este sitio. Ello no quiere decir que vaya a abandonarlo, pero sí que, momentáneamente, debo escribir en forma más pausada.

Como se puede ver, el título de esta entrada consiste en una frase de una canción de Charly García, músico a quien admiro profundammente, titulada "Tu Vicio" (álbum "Influencia", 2002). En estas breves líneas voy a intentar describir las cosas que me ocurren personalmente (y quizás les puedan suceder a otras personas también), cuando uno se envicia con algo.

Propongo, a modo de introducción de esta compleja temática a abordar, comenzar dando una breve definición sobre lo que nos estamos refiriendo cuando hablamos de un vicio. Dicho término tiene por significación, de acuerdo con la enciclopedia virtual Wikipedia, lo siguiente: un vicio es todo aquel hábito o práctica que se considera inmoral, depravado o degradante en una sociedad. Con menos frecuencia, la palabra puede referirse también a una falta, a un defecto, a una enfermedad, o tan solo a un mal hábito.


Para el contexto en el cual me propongo el análisis del tema en cuestionamiento, la segunda parte de la definición resaltada va a resultar más interesante y conveniente. Me pregunto entonces: ¿Cuáles son nuestras faltas más profundas? ¿Cuáles son nuestros más grandes defectos? ¿Cuáles son nuestros males? Sin lugar a dudas, es difícil reconocerlo y admitirlo. Pero la pregunta fundamental aquí, y a mi criterio, es: ¿por qué nos cuesta tanto reconocer nuestros defectos, errores o males? ¿Cuáles son las causas que nos llevan a buscar la perfección total y absoluta? Fito Páez, en su canción Buena Estrella (álbum "Abre", 1999), enuncia un verso que, en mi opinión, tiene un cien por ciento de certeza: "Pero es que existe una ley: nadie es perfecto. Vos también tendrás lo tuyo, corazón". 


Perfeccionarse, a mi entender, es una de las características que más busca el hombre por su naturaleza, por el hecho de querer evolucionar, avanzar, esforzarse, superarse día a día. Ahora bien: ¿hasta dónde es conveniente buscar esta perfección? Ya dijimos anteriormente que nadie es perfecto en esta vida (salvo Dios o como quieras llamarlo). Al darnos cuenta de que alcanzar la perfección es imposible (al menos en esta vida), caemos en el vicio, en el defecto, en la falla.

Lo que me pasaba en un principio era relacionar la palabra "vicio" con las drogas, el alcohol y las enfermedades. No me pregunten por qué, ya que no creo que pueda dar una respuesta precisa. Pero me doy cuenta de que un vicio no precisamente debe estar relacionado con los temas ya mencionados. Uno puede tener cualquier tipo de vicio, en el ámbito que sea, del carácter que sea. Reconozco que, en mi caso, uno de ellos es el ser total y completamente organizado y estructurado en algunos aspectos de mi vida. Si bien creo que en este último tiempo estuve trabajando y mejorando considerablemente esta temática, todavía me quedan algunas secuelas de la organización, la rutina, la perfección, que llevo a cuestas.

Creo que la rutina es el peor vicio que uno puede tener. ¿Qué puede ser más tortuoso para un ser humano que tener que hacer todo en un mismo horario, siguiendo un cronograma, obedeciendo un determinado orden? Darse un deslíz es más que importante, le hace bien a todo el cuerpo y al cerebro. Pero el despejarse un poco no significa un despliegue permanente. Hay aspectos rutinarios que hay que cumplir a rajatabla por el solo hecho de compartir nuestra vida con el resto de la sociedad. Para ser más claro en este punto, les propongo imaginarse qué ocurriría si decido dejar de bañarme para realizar un cambio en mi rutina. ¿Cómo reaccionarían aquellos que viven conmigo?

El vicio y la rutina tienen, a mi entender, una desgracia fundamental para el hombre: el encierro, el alejamiento, la negación a lo diferente. Seguir adelante en forma diaria una rutina determinada, hacerse adicto a lo que fuere, no salir de ello, no permitirse un cambio, lleva a que uno se niegue a cambiar la realidad en la que vive. Imagínense el nacimiento de un nuevo ser, en donde la mínima alteración de uno de los cuarenta y seis cromosomas altere totalmente el proceso de gestación. Con la vida humana ocurre lo mismo: una alteración mínima de la rutina conlleva a cambios de carácter (desde una perspectiva negativa), como ser la negación, el encierro, el no dejarse ayudar, el alejamiento. Ya lo dijo Miguel Cantilo en su popular grupo "Pedro y Pablo": "Guarda con la rutina, que es una enfermedad. Guarda con la rutina, te vas a contagiar".


Para concluir, y volviendo a citar una frase de Pedro y Pablo: "Renovarse está bien" (también tomada de la canción "Guarda con la rutina"). La desviación de la rutina, la alegría, la felicidad, la diversión, son factores que pueden contribuir positivamente hacia una vida más sana, saludable, disfrutable y digna de ser vivida. Para terminar, una pregunta para que todos meditemos: ¿debemos ver a la rutina como amiga o como enemiga? Creo que las respuestas son absolutamente múltiples. Pero, por favor, tomen esta entrada tan solo como un consejo o advertencia para la vida, y no piensen que mi objetivo es hacerles cambiar de parecer. Porque ese no es ni va a ser mi objetivo aquí...

Muchas gracias.

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